Los tucumanos se fueron de la cancha como señal de protesta por la actuación del árbitro. Emiliano López marcó el único gol.
Por Sebastián Arana
@sebarana71
Alvarado consiguió el ascenso a la Primera B Nacional que persiguió durante décadas. Miles de sus hinchas festejaron el “qué”, el triunfo 1-0 sobre San Jorge de Tucumán en la segunda final de la Reválida del Torneo Federal A de fútbol, el logro del anhelado obetivo, del sueño que le dio sentido a la existencia del sufrido y popular club tal vez desde aquella dolorosa derrota de 1992 ante Arsenal de Sarandí.
Otros miles, sin embargo, observaron perplejos desde las tribunas de un “José Marìa Minella” copado por una multitud “cómo” se consumaba todo. Como los jugadores de San Jorge de Tucumán se sentaban sobre el césped, negándose a continuar el partido, ya perdiendo 0-1, tras sufrir dos expulsiones, furiosos con la actuación del árbitro Adrián Franklin. Una imagen que desde anoche y durante toda la jornada de hoy se repetirá en todos los noticieros deportivos del país.
El partido se desnaturalizó rápido. El manto de sospecha que cubrió desde el pentagonal la actuación de los árbitros de este Federal A fue el gran protagonista. Y los jugadores de San Jorge, a partir de los primeros fallos dudosos de Adrián Franklin, empezaron a perder los estribos.
Se sintieron perjudicados por Gerardo Méndez Cedro en la final de ida, vinieron a Mar del Plata creyendo que los iban a “acostar”, a los 7 minutos tenían dos amonestados y la disparidad de criterios exhibida por Franklin a la hora de juzgar situaciones similares no los tranquilizó en absoluto. Paridad hubo hasta los 25’. Hasta ahí, con apuros y empuje, Alvarado buscaba sin claridad, con lo más fuerte de su artillería puesto sobre los costados. Como siempre. Pavón salvó de cabeza un peligroso centro de Bonetto y Carrizo, con esfuerzo, un potente centro bajo de Molina.
Del otro lado, cuando pudo hilvanar tres o cuatro pases y cruzar la mitad de cancha, San Jorge mostraba chispazos de su fútbol ágil y vistoso. Y un cruce de Quiles, a los 19’, salvó un centro atrás de Tapia después de una buena maniobra colectiva.
Sin embargo, la expulsión de Váldez, por doble amarilla, por una falta común sobre Depetris -la primera había sido por protestar un fallo dudoso-, terminó de confundirlo todo.
Alvarado, paulatinamente, con la ventaja numérica se fue despojando de sus ataduras y a incrementar su presión. Hubo un cabezazo alto de Quiles, un peligroso centro de Molina que Bonetto no conectó por muy poco y una llegada mano a mano de Urquiza que tapó brillantemente Carrizo.
Hasta que a los 46’ Depetris zafó de la marca y dejó a Molina cara a cara con Carrizo con un pase brillante. El arquero tapó abajo, pero Emiliano López, que llegó de atrás, perfectamente habilitado, definió con el arco vacío.
La poca calma que le quedaba a los tucumanos se fue con ese gol. Guardia se “sacó” en la protesta y también vio la roja. Suerte que pudieron haber corrido también otros compañeros.
El entretiempo no calmó a los tucumanos. Mientras los equipos estaban en los vestuarios, corrieron los rumores. Que no iban a salir jugar, que se iban a sentar en señal de protesta. Finalmente, nadie los contuvo, no hubo un consejo sensato e hicieron lo segundo, pero a los cinco minutos de comenzado el complemento.
Franklin esperó un poco y finalmente dio el partido por terminado. Los jugadores de Alvarado esperaron respetuosamente que se fueran sus rivales. Miles de hinchas, perplejos, no sabían si comenzar a festejar o no.
Y todos se fueron contagiando de la euforia que bajaba de la popular con el correr de los minutos.
Quedaron atrás años de sinsabores. Miles de kilómetros recorridos. Un largo peregrinaje por las canchas del interior. Alvarado está en la antesala de primera división. Había mucho que festejar. Aunque, en su fuero íntimo, a muchos les hubiera gustado que sea de otra manera.